miércoles, 24 de agosto de 2011

En mi corazón eres inmortal


"Y no me arrepiento de nada que hice ayer, me arrepiento de lo que pude haber hecho, haber dicho y ya no podré hacerlo jamás."

Hay amores que nunca mueren, que fingimos olvidar pero que no desaparecen. A veces nos convencemos a nosotros mismos de que ahora solo son una historia de amor más que contar y que lo único que dejan a su paso por nuestra vida son recuerdos. Y de repente un sueño, una llamada, un mensaje de texto, un perfume revive el fuego escondido entre las cenizas de lo que alguna vez fue un amor vivo, lleno de pasión y buenos sentimientos.


Los sentimientos comienzan a salir del rincón donde estaban guardados y son incontenibles, muchas veces ni siquiera nos importa la manera en que terminaron las cosas o que su ultima caricia parece tan lejana como la invención de la escritura. En ese momento el deseo de volver a estar cerca de esa persona con sus labios separados solo por unos centímetros de los tuyos, sus manos entrelazadas a las tuyas, su respiración provocando una arritmia a tu corazón es tan grande que no importa lo que tengas que hacer LO TIENES QUE VOLVER A VER!


Pero los amores inmortales también duelen porque muy dentro de nuestros sabemos que nuestros sentimientos no han cambiado aun después de terminar la relación, que han perdurado a pesar del tiempo y la distancia, increíble pensar que estas cosas son tan grandes a pesar de que muchas veces viven en la misma ciudad. El destino juega con nosotros evitando que se vuelvan a encontrar, que en la esquina por donde pasas cinco minutos después pase él, o ella. Duelen porque existe la duda de si el destino nos dejara estar juntos o no, y si no la hará por que no podemos dejarlo morir.


Este tipo de amores son como fantasmas, no podemos controlar el momento en el que aparecerán y tampoco en el que se irán, no los podemos detener por más que tratemos de aferrarnos a el. A  veces nos preguntamos si todo lo que hemos hecho para conservarlo ha valido la pena, si la lucha que sostenemos tendrá algún un final sin importar si es bueno o malo. Es como una función tendiendo al finito.

Y es que los amores inmortales son un peso en el alma, no viven ni dejan vivir, es difícil desprenderse de ellos porque es como arrancarte el corazón, no es fácil dejar ir a aquellos que al pasar por tu destino han dejado una huella imborrable.


Él se hizo inmortal en mi corazón a pesar de sus fallas y de toda la imperfección que lo acompañaba. Llego para quedarse y yo digo que era el destino, no me hagan caso pero es que no encontré otra explicación para las circunstancias en que lo nuestro se desarrollo, desde el primer día, cuya fecha exacta aun recuerdo, en que nuestras miradas se conectaron hasta la última vez que lo vi, el beso que sello su promesa de que terminaríamos juntos acompañado por su mirada pidiéndome perdón. Él ya sabía que esa era la última vez del año en que nos veríamos. 

Yo nunca he sabido el por qué de la inmortalidad de este cariño, quizá por la única promesa verdadera que he hecho de quererlo y estar con el a pesar de todo, o tal vez porque un día descubrí que estando con el aprendía mas de misma que de él. Me he resistido por mucho tiempo a olvidarlo y cuando logro apartarlo un poco de mi camino la vida hace que lo regrese porque todo sale mal. ¿Coincidencia?

Y así se me ha ido una parte de mi vida, atada a un amor inmortal que por mas que intento no dejo atrás, probablemente porque no lo quiero dejar deseando el mejor final para esta historia con la única esperanza de su promesa.


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