No les ha pasado que de repente
sienten la necesidad de saber que una persona esta ahí, esta bien, esta con
ustedes para poder respirar? ¿No? Pues no han vivido amigos…
Los seres humanos tendemos por
naturaleza a encariñarnos con todo, pero a veces los sentimientos se nos
escapan de las manos y cuando nos damos cuenta ya estamos derramando un río de
pasiones que en primer lugar nunca debió existir. El tiempo contribuye a que
ocurran estas cosas, a veces solo estamos en algún lugar tan acostumbrados que
no notamos la presencia de nada mas pero es tanta la costumbre que si notamos
cuando se va. Perdemos lo que ni siquiera nos habíamos dado cuenta que
queríamos pero eso es harina de otro costal.
Muchas veces el amor que sentimos
crece de una manera exponencial, si nos damos cuenta o no realmente no es
importante, y nos inunda tanto que llega un punto en el que se vuelve parte de
nosotros, terminamos por necesitar que el objeto de nuestro amor este ahí donde
podamos verlo y sentirlo sin que nadie ni nada se interponga en nuestro camino.
Es bastante enfermizo, pero
también bastante común. Nadie es perfecto, así que un día cuando menos lo
esperemos nuestro amor nos falla y con eso viene la cura a nuestro mal. Depende
mucho de nosotros dejar enfriar un poco todo eso o hacer que desaparezca
completamente porque jamás nos volveremos a sentir igual.
Es natural “necesitar” a alguien,
¿pero saben que aprendí? Que después de dejarte llevar por todos esos
sentimientos intensos cuando las cosas se van enfriando, te das cuenta si vale
la pena dejarte llevar o no. A veces dejas de necesitar pero no de querer, y
seguirás estando ahí al pendiente pero ya no tendrás que asegurarte de que esta
a tu lado para poder caminar.